La mayoria de la gente que estrena un blog comienza diciendo que es nueva en esto,que no sabe que decir,ni que hacer. Yo no caeré en la monotonia de siempre por lo que comenzaré explicando por qué he decido llamarlo
"que la metralla se convierta en chocolate".
Estaba aburrida esta tarde en el sofa con el frio calandome los huesos,por lo que decidi darme un baño calentito y relajante al son de la musica. Pero no cualquier musica,la musica que me llena la vida es la que habla conmigo,la que me cuenta historias y me hace soñar a veces y darme cuenta de la realidad del mundo en el que vivimos,otras veces. Por lo cual no os extrañéis si os digo que mi idolo es Melendi,al que ya dedicaré una entrada proximamente porque creo que para muchos es un gran desconocido. También me gusta escuchar a Sabina, a Rulo, y Extremoduro. Me gustan los poetas,los bohemios y los no tan bohemios, los rockeros que saben lo que dicen y todas aquellas letras que me llegan al corazon.
Me gusta escribir,aunque he de reconocer que no lo hago tan bien como otros. Y mientras escuchaba la cancion "Cuestion de Prioridades" de Melendi decidi crear un blog,no me importa que la gente me lea,pero tampoco buscaré lectores, esto lo hago por mi mas que nada,porque creo que necesito desahogarme.
Una frase de la cancion es "que la metralla se convierta en chocolate,pa comerla o fumarla qué mas da" esa frase,esa tenia que ser el titulo,pensé. No os pregunteis porqué elegi esa y no otras porque yo tampoco lo sé.
La guerra es una de las cosas que nunca entenderé,con lo facil que es a veces comunicarse y entenderse. El mundo es como un panuelo y estoy segura que si vamos a Kenia, China, Etiopia o hasta al Polo Norte nos entenderian perfectamente y sabrian si tenemos sed, si tenemos frio, si estamos felices, tristes, y también si queremos intercambiar algo o dejarlo. Pelearnos es lo mas pésimo que hacemos en nuestras vidas ya que al fin y al cabo no saldremos vivos de ellas y las peleas se quedaran como simples recuerdos. Porqué tanto sufrimiento ? Acaso no piensan en esos niños que nacen sin conocer nada mas que la violencia,que juegan con temor a que el vecino sea fusilado, o que su casa salte por los aires por culpa de los continuos bombardeos que observan con sus ojos como si de un videojuego se tratara? Por eso deseo mas que nada en este mundo que la metralla se convierta en chocolate y quien quiera comersela y engordar un poco pues que se de ese capricho y quien quiera fumarsela alla el con sus pulmones y sus paranoyas pero por lo menos este mundo iria muchisimo mejor.
Marruecos. Esa
simple palabra me despierta tantos sentimientos. Marruecos es magia
pero esto es algo que ya se sabe. Marruecos es aquel país cuyos
habitantes no lo valoran hasta que lo dejan atrás. Porque cuando lo
dejan atrás se dan cuenta de que la esencia de Marruecos son las
pequeñas cosas, esas pequeñas cosas de las que no nos damos cuenta
hasta que estamos lejos. Insignificantes cosas como tomarte un vaso
de thé dulce enfrente del mar. Como ese pan que comes con ganas
todos los días. Ese colorido al salir a la calle. Esas ganas de
vivir que tiene la gente. Como esos niños que corretean por la
medina y cada vez que vas te piden dinero para comprar una pelota.
Insignificantes cosas como coger un taxi y escuchar interesantes
conversaciones durante todo el trayecto. Conversaciones en árabe,
pero también en español, en francés e incluso inglés. Porque si
algo tiene Marruecos que no se encuentra en otra parte es la
multiculturalidad. Hablemos también de la música. Siempre he estado
huyendo de la música árabe mientras he vivido en Marruecos, y ahora
que estoy lejos, ahora conozco su valor. Esos ritmos son de otro
mundo. Es el ritmo de la alegría. De un pueblo que es feliz aún
sabiendo que tiene mucho que conseguir todavía,mucho por lo que
luchar. Echo de menos hasta cuando me saltaban en los anuncios en
YouTube tomates bailando de anuncios de salsa de tomate marroquí.
Ahora hasta la publicidad me parece aburrida. Dicen que todos
estamos vinculados al lugar de dónde venimos y lo estaremos siempre.
Yo me siento orgullosa de venir de dónde vengo, de ser de dónde
soy, cada día más. Hay miles de cosas que no comparto de la mentalidad de la gente en Marruecos, pero hay otras mil que admiro y
de las que me siento orgullosa. Me siento orgullosa de la
hospitalidad, de la sonrisa en la cara siempre, de tener un buen par
para afrontar las adversidades y de nunca rendirse. Me siento
orgullosa de soñar, de no dejar que nadie me arrebate mis sueños y
de no parar hasta conseguirlos. Porque puede que mis sueños no sean
los mejores, y también puede que cuando se cumplan me de cuenta de
que no eran para tanto, pero nunca me habré quedado con la espina de
no haberlo intentado. En Marruecos he crecido y en Marruecos me he
desarrollado, es allí donde he aprendido la calma, he aprendido a
vivir “sin pausa pero sin prisa”, he visto gente que con muy poco
ha conseguido ser más feliz que gente con mucho. Eso me ha llevado a
pensar en el valor del dinero, es necesario, pero con poco también
se puede hacer mucho, por lo menos en Marruecos. Cuando no estoy allí
siento cómo el tiempo vuela, cómo pasan los días, incluso los
meses, pero al llegar a Marruecos es como si la vida se parara. Es
como si sintiese la necesidad de aprovechar cada minuto y
disfrutarlo, observar a la gente, escuchar mi lengua, escuchar el
sonido del imán de la mezquita indicando que es hora de rezar,
respirar ese aire cálido que sólo me transmite confianza y me
indica que ya estoy en casa, que ya puedo quitarme esa carga que
llevo sujetando en la espalda y dedicarme aunque sea por poco tiempo,
a descansar de la rutina. 
